El Ascenso y Descenso: La Esencia Perdida del Futbol Mexicano

A raíz de la demanda presentada ante el TAS por parte de los equipos de la Liga de Expansión, es momento de reflexionar sobre la situación actual del futbol mexicano y el profundo impacto que ha tenido la desaparición del ascenso y descenso en su estructura.

El Futbol No Se Explica Sin Representación

El futbol no es simplemente un deporte. Es una representación emocional, cultural y hasta ideológica. No seguimos a 11 jugadores por su habilidad; seguimos al equipo que representa a nuestra ciudad, nuestros valores o incluso nuestra historia familiar. Y es precisamente en ese arraigo donde el sistema de ascenso y descenso cobra sentido: convierte al futbol en un reflejo de lucha, justicia y mérito deportivo.

El Ascenso Como Motor de Sueños

Durante décadas, el ascenso y descenso nos regaló historias que ni el mejor guionista de cine podría imaginar. El ascenso de Lobos BUAP con Rafael Puente Jr. fue un cuento inesperado. El regreso del León, tras años en el infierno, marcó una nueva era para el club. El caso de Pachuca es ejemplar: una institución que ascendió, se consolidó y hoy es el mejor modelo organizativo del país. De ahí han surgido jugadores como Hirving "Chucky" Lozano, Héctor Herrera y Erick Gutiérrez, entre otros.

Por el otro lado, el descenso también tiene una narrativa poderosa. El de Tigres en los 90 fue una herida profunda para una de las aficiones más fieles del país. El de Necaxa marcó la caída del equipo que dominó los 90. Pero estas tragedias deportivas, lejos de ser un problema, son el alma del futbol. Porque obligan a mejorar, a reconstruir, a resurgir.

Otros equipos como San Luis y Dorados de Sinaloa también dejaron huella. San Luis, tras su ascenso, llegó a competir con fuerza en Primera, incluso en liguillas. Y Dorados, más allá del resultado deportivo, se convirtió en un fenómeno cultural. Por sus filas pasó nada menos que Pep Guardiola, quien jugó en Sinaloa en 2006, buscando entender el futbol desde otra perspectiva antes de iniciar su histórica carrera como técnico. Años después, Diego Armando Maradona dirigiría al equipo, dándole un aura legendaria.

Pero así como hubo ascensos memorables, también hay equipos que hoy parecen condenados al olvido. Clubes tradicionales como la UDG (Leones Negros) o el Atlante, con historia, afición e identidad muy marcadas, llevan años estancados fuera del máximo circuito, no por falta de méritos deportivos, sino por la inexistencia de un camino justo para competir por su lugar.
Son instituciones que deberían estar alimentando la riqueza del futbol mexicano, y hoy simplemente flotan en un sistema que no los deja crecer ni volver.

Estas historias no solo enriquecen al futbol mexicano: lo hacen único.

Identidad, Economía y Desarrollo

Cuando se permite que un equipo de una ciudad como Irapuato o Celaya sueñe con llegar a Primera, no solo se está premiando la meritocracia: se está activando una economía local. Restaurantes, venta de camisetas, transporte, empleo indirecto, contenido en medios locales… el futbol puede ser motor de desarrollo económico. Así ocurre en Europa, donde los clubes son la identidad de sus ciudades. ¿Por qué en México no?

Pachuca, como ciudad, es otro caso claro: el crecimiento de su infraestructura, su reconocimiento y su cultura futbolera están íntimamente ligados al éxito de su equipo.

La Liga de los Dueños

El problema del futbol mexicano no es de formato, sino de fondo. Hoy, 15 dueños controlan el ecosistema futbolístico con una visión cortoplacista. Se entienden sus intereses empresariales, pero han antepuesto su comodidad económica a la competitividad deportiva. Lo más grave: lo hacen sabiendo que el aficionado seguirá pagando por un espectáculo mediocre.

Además, los intereses particulares, los conflictos entre dueños, y la falta de liderazgo central han convertido la toma de decisiones en un callejón sin salida.

La MLS No Es el Camino

Uno de los argumentos usados para justificar la eliminación del ascenso fue copiar el modelo de la MLS. Una liga organizada como franquicia, con expansión planificada, ingresos centralizados y sin descenso.

Pero el futbol no es MLB ni NBA, ni NFL. Es un deporte global, con una lógica distinta. Como dijo Javier Tebas, presidente de LaLiga:

“No concibo el futbol sin ascensos ni descensos. Es parte de su ADN.”

Y Miguel Ángel Gil Marín, CEO del Atlético de Madrid, lo resume así:

“La competencia pierde toda su esencia si no hay consecuencias reales para el mal rendimiento.”

Además, México no ha adoptado completamente el modelo estadounidense: no hay reparto equitativo de ingresos, no hay visión colectiva y no hay verdadera expansión. Solo se implementó la parte conveniente: no descender.

Un Futbol sin Alma

Una fuente anónima dentro del Club Puebla lo dijo:

“El equipo no tiene alma. No peleamos por nada arriba, y no hay presión de descender. A nadie le importa lo que pase, ni a los jugadores, ni a la directiva, ni a los aficionados.”

Y esta desmotivación ya se siente en muchos equipos: planteles sin exigencia, directivas sin urgencia y una afición cada vez más desconectada.

Conclusión

El ascenso y descenso no son simples herramientas competitivas. Son la columna vertebral del futbol como lo conocemos. Su ausencia ha vaciado de emoción al torneo, ha mermado la calidad del espectáculo, ha secado la raíz de nuevos talentos y ha apagado ciudades enteras.

Recuperar ese sistema es recuperar la esencia. Es volver a un futbol que, por momentos, nos hacía creer que todo era posible. Por el bien del futbol mexicano, su afición y su futuro, es momento de volver a creer en la competencia real.